Interesante artículo de Jesús García Calero aparecido en ABC.
Un lector nos descubre el otro carné de reportero en la Guerra Civil de Saint-Exupéry: ¿Dónde está?
Es la acreditación provisional que consiguió en Valencia, de paso para Madrid. El documento estaba en una librería de lance en París, pero ahora desconocemos su paradero.
Foto del carné provisional que el escritor obtuvo en Valencia, antes de volar a Madrid, el 13 de abril de 1937 – J.J.H.F.
Juan José Hartlöhner Fernández es un piloto comercial retirado cuya imaginación comenzó a volar en la niñez desde los libros de Saint-Exupéry y que luego cumplió su sueño y vio el mundo desde el aire, como había hecho el autor de «El Principito». Hartlöhner es suscriptor de ABC y nos ha dado una pista cierta sobre otro documento fundamental que acredita la estancia de Antoine de Saint-Exupéry como corresponsal de guerra en España en 1937. No podía ser de otra manera en esta historia que desde su origen mezcla pilotos y libros y que nace de la pasión lectora. Algo tiene de novela: no se pierdan detalle.
Hartlöhner se dirigió a quien firma esta información el pasado miércoles, después de haber leído el reportaje sobre el carné de reportero de guerra del autor de «El Principito» que ha sido hallado por el investigador Policarpo Sánchez en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Este lector, además, nos enviaba una foto de un documento anterior y de cuya ubicación actual nada sabemos: la acreditación provisional que el escritor consiguió en Valencia, nada más aterrizar, procedente de París, en el avión privado de «Paris-Soir», el vespertino que le contrató por 80.000 francos para escribir sobre el asedio a Madrid.
El carné expedido en Madrid y hallado en Salamanca con la foto que lleva en el reverso- ABC
La acreditación está firmada por Luis Rubio Hidalgo, jefe de la oficina de prensa extranjera del Ministerio de Estado, cuando el Gobierno de la República estaba instalado en Valencia. Expedido el 13 de abril de 1937, hay un dato impresionante más: tiene adherida una copia de la misma foto que se usó para el carné que le otorgó en Madrid el 16 de abril la Junta Delegada de Defensa de la ciudad.
¿Y cómo dió Juan José Hartlöhner con este impresionante documento? En este punto, la historia resulta emocionante.
«Vuelo nocturno» marcó su vida
Decía el lector en su carta, recordando la influencia que tuvo la lectura del escritor y piloto frances en su propia vida: «Permítame que le explique que la lectura de “Vuelo Nocturno” y “Correo del Sur” señalaron el devenir de mi vida desde mi más tierna juventud. Inspirado por la lectura de Saint-Exupéry, soñé con ser piloto de transporte y luego en su defecto directivo de líneas aéreas. Finalmente, tuve la gran fortuna de ser una cosa y la otra, simultaneando las dos durante décadas».
[Pic/Foto]: El pasaje donde está la librería- JUAN PEDRO QUIÑONERO]
En mayo de 2004 -añadía este piloto valenciano que cumplió el sueño de aquel joven lector y ha estado viendo toda su vida el mundo desde el aire-, caminaba por París, dirigiéndose a una cena, acompañado de una dama, y vio el carné de la fotografía enmarcado en una librería de lance. Quiso comprarlo, pero solo pudo hacer una foto. Hartlöhner lleva 12 años arrepintiéndose. Así lo relata: «Tuve el deseo de adquirir dicho documento, pero al ir acompañado refrené mi primer instinto, para lamentarlo luego profundamente. A mi regreso a España, fui consciente de que su precio de venta debía ser ridículo comparado con el gran valor sentimental e histórico. Ni siquiera regateé; aunque afortunadamente lo fotografié».
El piloto, entonces en activo y acostumbrado a largos vuelos nocturnos en rutas trasatlánticas, guardó esa foto como un tesoro personal, en espera de que, en alguna ocasión, tuviera de nuevo la oportunidad de verlo y, tal vez, adquirirlo. Pero no adivinaba que doce años después, el pasado domingo, leyendo ABC, al dar la vuelta a la portada y ver en la página 2 la noticia del hallazgo en Salamanca, todo ese cúmulo de cosas, de momentos olvidados y emociones muy presentes, se le vino encima. Hay que oír el entusiasmo, la admiración con la que habla de Saint-Exupéry.
Entre los discos duros
Nos cuenta que la lectura de ABC le impulso a no parar hasta encontrar la vieja foto, almacenada en un viejo disco duro. Pasó un par de días buscando, hasta que dio con la imagen perdida. Y enseguida nos la hizo llegar, algo que le agradecemos. Es un orgullo tener lectores como el piloto Juan José Hartlöhner Fernández.
[Pic/Foto] El capitán Hartlöhner, junto a su copiloto, al acabar el último vuelo comercial, en 2012, bajo su mando en Air Europa, desde Salvador de Bahía a Madrid
¿Dónde estará ahora este papel? El corresponsal de ABC en París, Juan Pedro Quiñonero, pasó ayer por la librería en el Passage Verdeau. Ya no estaba allí, ni tenían memoria de haberlo tenido o vendido. Se trata de la Librairie Farfouille, en el número 27 del Passage Verdeau, en el que también existe otra, la J. N. Santon. Lo mismo.
Cabe pensar que ese papel fuera a Madrid con el escritor. Puede que después de obtener el segundo carné, la Junta se quedase con el provisional y fuera remitido de nuevo a Valencia. De allí pudo salir hasta París con documentos o con el mismísimo Luis Rubio Hidalgo, un hombre que tuvo distintas responsabilidades en el Gobierno de la República y que después acabó exiliándose en París. O puede que, sencillamente, Saint-Exupéry lo conservara y fuera de vuelta con él a París.
[Pic/Foto] El carné, completo, con la firma de Rubio Hidalgo- J.J.H.F.
Da igual cómo sucediera. La pregunta pertinente es: ¿cómo llegó a la vieja librería de lance? ¿Cuánto tiempo estuvo allí? ¿Quién lo compró? ¿Dónde habrá acabado? ¿Habrá pasado a formar parte de alguna colección pública o privada? El documento acredita, una vez más, un capítulo de la historia de España, doloroso y terrible, en la mirada humanista del corresponsal extranjero que con más profundidad escribió en la crudeza de la Guerra Civil española. Buscaba un sentido a la vida en las puertas de la II Guerra Mundial.
El misterio sigue ahí. En algún lugar, ese papel, espera una mirada nueva que lo rescate del olvido, una foto más. Que alguien pueda seguir contando esta historia. Otro piloto, u otro lector apasionado que despegue algún día, desde cualquier lugar, con ganas de conocer el final.