Cierto filibusterismo doméstico anda estos días intentando confundir al respetable con peculiares patrañas respecto a la hora oficial.
Parece oportuno recordar que es el movimiento del sol el que determina la hora. Son significativos orto y ocaso, pero la referencia es el momento en que nuestro astro rey alcanza el cenit dividiendo el día en mañana y tarde. Ese instante varía indefectiblemente en relación a la longitud geográfica del lugar en el que nos encontremos. Ello llevaría a que cada pueblo y cada ciudad del mundo tendría una hora diferente, variando en minutos u horas.
Para evitar el caos, se adoptaron ciertas convenciones mediante tratados internacionales. Se acordó que el meridiano de referencia fuera el que pasa por el observatorio astronómico de Greenwich en Londres y que la hora UTC o tiempo universal coordinado correspondiera al mediodía de ese meridiano de referencia.
La tierra es una esfera. El sol tarda 24 horas en recorrer los 360 grados de su circunferencia, es decir una hora por cada quince grados de longitud. Esos quince grados de longitud geográfica son conocidos como huso horario. El huso horario de referencia (también llamado Z) es el de Greenwich cuya bisección se abre en 7,5 grados a ambos lados del meridiano cero. Así pues, el huso horario de Greenwich abarca desde los siete grados y treinta minutos de longitud oeste hasta los 7° 30’ de longitud este.
España está situada geográficamente entre los 9° 16’ oeste de Finisterre y los 4° 15’ este de Menorca. Ello significa que prácticamente la totalidad del territorio nacional, Canarias aparte, está dentro del huso horario de Greenwich. Es más, el meridiano cero pasa por Castellón, lo que evidencia que España se sitúa mayormente en el sector occidental de dicho huso. Tan sólo parte de Galicia y el archipiélago canario están dentro del huso de UTC-1. Es por ello que astronómicamente nos correspondería tener la misma hora de Londres, antes conocida como hora GMT. Así fue hasta 1940. En marzo de ese año y por razones meramente políticas se decidió adoptar la hora de Berlín, la del huso UTC+1, como hora oficial del Estado español. Así seguimos.
En 1974 se decidió, por discutibles razones de ahorro energético, sumar una hora adicional durante los meses de verano, adoptando como hora oficial para todo el territorio peninsular y balear, el que corresponde a UTC+2. Ello, con total desconsideración para aquellas áreas a las que en realidad les correspondería llevar tres horas menos en sus relojes. Curiosamente la orden publicada en el BOE del 6/4/74 no hacía mención ex profeso del tratamiento aplicable a Canarias, que se vio arrastrada al adelanto horario, pese a que por su baja latitud geográfica dicha medida no se justificaba. Fue en 1996 cuando la EU uniformó la aplicación de los periodos de DST (tiempo de ahorro de luz u horario de verano) para la totalidad de la Unión.
Parecería más lógico que en lugar de cambiar el horario oficial dos veces al año, se ajustaran los horarios de comercios u oficinas cuando ello se considerara oportuno. Curiosamente, a pesar del cambio de la hora oficial, multitud de empresas y organismos adoptan diferentes horarios de apertura en la época estival. Todo un despropósito.
Pues bien, ahora algunos políticos autonómicos, so pretexto de supuestas rentabilidades para el comercio, pretenden que Baleares e incluso la Comunidad Valenciana retengan en invierno el horario estival, distinguiéndose por tener una hora más que Madrid, es decir UTC+2. Con ello los relojes en Palma o Valencia pasarían a tener la misma hora que Ankara, situada la friolera de 2.800 kilómetros más al este y donde amanece y atardece exactamente dos horas antes que en Mallorca. Se daría pues la paradoja que los turistas alemanes al viajar a Baleares tendrían que adelantar sus relojes, en lugar de atrasarlos como correspondería a la del movimiento solar.
El sol alcanza el cenit o mediodía cuando, en horario de verano, en Palma de Mallorca los relojes marcan –no las doce– sino las 13:50. En Valencia las 14:02. En Madrid las 14:14. En Finisterre las 14:37.
Se impone que España (Peninsular y Baleares) adopte el horario oficial que le corresponde por su uso horario, es decir la misma hora que Londres. Cabría considerar si Canarias pasaba a adoptar como hora oficial el de su huso horario geográfico (UTC-1) o se igualaba al del resto del Estado Español. Así mismo, Europa debería abandonar ya el bianual trasiego de manijas del reloj, manteniendo inalterados los horarios oficiales de todos sus Estados miembros a lo largo de todo el año. Por último, dichas medidas no se pueden adoptar de la noche a la mañana debido a sus múltiples implicaciones, muy especialmente en el transporte aéreo y ferroviario.